lunes, 14 de mayo de 2007


Sosteniendo el paso del tren y abriéndole paso a la calle uno sur se encuentra el puente, punto neurálgico de la ciudad. Este espacio, resultado de las diversas velocidades entregadas por el tren, los autos y la gente que llega a Talca, crea un punto de confluencia, un encuentro de la escala de ciudad con la escala del valle, escalas que le dan cuerpo a la ciudad, haciendo de este lugar, la puerta de entrada a Talca.
Dividido por sus pilares en cuatro pasillos (dos por vereda), el pasillo del lado sur se habito por el paso de la gente, mientras que su vereda norte fue dejada a la deriva por la calle. Solitario, silencioso y olvidado perdió el don para el cual fue concebido siendo despreciado por su húmedo olor a abandono, expelidos por orines y fecas humanas, convirtiéndose así, en un lugar que humilla y es humillado por la gente, el sitio preciso para el “cogoteo”. A la ya mencionada soledad de este rincón, resultado de la interrupción de la vereda, producida por el ensanchamiento de la calle, y por los taxis que cortan el ritmo del continuo transito de la uno sur, se le contrapone la vereda del frente, que arrastra consigo gran parte del comercio ambulante y que encuentra en esta cuadra su forma física mas sólida, provocando una estrangulación del espacio urbano, por el cual convergen algunos de los flujos más intensos de la ciudad, y por donde se desplaza su mayor transito peatonal, atraído por los polos que se sostienen de la Plaza de Armas y el Terminal de buses.


El lugar
A la gran pregunta de que hacer con este lugar feo, la voz de la gente se inclinaba a cerrarlo definitivamente, lo que significaría una terrible perdida para la ciudad. La respuesta talvez no sea cerrarlo, en el sentido de terminar con el, sino para arrebatarle los espacios que soportan su condición actual, para dotar todos estos rincones de la utilidad proveniente de la observación de su entorno directo, el que habla de las miles de personas que diariamente pasan por aquí, muchas de ellas ignorantes del funcionamiento de la ciudad, de la cual no manejan la información necesaria de lugares, direcciones, transporte etc. Toda esta gente que usa el puente como una puerta hacia el sector céntrico, podría encontrar aquí una respuesta a sus dudas. Junto a ella no se puede olvidar a la gran cantidad de personas que han hecho de la vereda su casa, en la cual pasan alrededor de nueve horas diarias, seis días a la semana.
El proyecto apunta a dar cabida a las necesidades del paso y dotarlo con lugares de servicios informativos e higiénicos, además de bodegas para el comercio ambulante y metros cuadrados para su desarrollo estable.
El comercio, que le ha dado forma a la uno sur extendiendo y disminuyendo espacios, tanto públicos como privados, ha transformado al comerciante talquino en “El rey del metro cuadrado” para desarrollar su oficio en los márgenes de las estrechas veredas talquinas, y así poder levantar, con propiedad su espacio, en la ciudad del país con mayor porcentaje de ocupación destinado al comercio ambulante. Este vivir le significa gastar en el comer ($300), ir al baño ($100) y guardar sus puestos ($10.000 el mes), lo que mensualmente da una suma cercana a los $20.000, pesos sin agregar la patente municipal ($ 30.000 por año).

La gestión
Pensando que obligatoriamente se debe incluir el dinero en la propuesta, se apunta a dotar al proyecto de la capacidad de autofinanciarse a través del arriendo de espacio comercial y publicitario, y también por medio del ingreso proveniente de los baños, aportando a esto, todo lo que significa recuperar un lugar mediante de las necesidades de la gente, para que así este lugar, pueda definitivamente abandonar la imagen de residuo urbano, y devolver esa dignidad perdida a las personas, impidiendo que un lugar tan público finalmente no sea de nadie.

Financiamiento:
-Aportes Municipales
-Arriendo de espacio publicitario
-Baños concesionados